Fueron los conquistadores portugueses del siglo XVI los que introdujeron el té en Europa, procedente de China, y los holandeses, en el siglo XVII, los que le dieron un carácter comercial. Catalina de Braganza, esposa de Carlos II de Inglaterra, trasladó el hábito portugués de consumir esta infusión a la Corte Inglesa , que la adoptó como algo tan propio que resulta hoy inseparable del costumbrismo británico.
Para hacer un buen té, lo que no es tan sencillo, como veremos, conviene seguir las siguientes indicaciones: hervimos agua en un recipiente, si es posible simplemente para que ésta tome algo de calor durante unos minutos. Luego, la vaciamos. Ya estamos en condiciones de introducir el té en la tetera: tantas cucharaditas de té como personas que vayan a tomarlo, más una de propina. Seguidamente, pasamos a la tetera el resto del agua hirviendo de la “kettle”. Unos minutos más y ya está a punto para ser servido.
Ángel García Navas
(Jefe de sala y experto en protocolo)
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