Ser como el aceite y el agua, dice el refrán. La
antipatía entre ambas sustancias es un asunto de polaridades: ¡están en el polo
opuesto!
En cuanto a su capacidad de disolución, estas dos sustancias lideran
equipos enfrentados: cualquier sustancia que pueda ser disuelta lo será, o bien
en agua, como la sal y el azúcar, o bien en aceite, como la gasolina y las
ceras. La razón por la que el agua, capaz de disolver más sustancias que
cualquier otro líquido, aborrece profundamente cada gota de aceite está en su
propia naturaleza. Las moléculas de agua, como es sabido, están compuestos por
3 átomos: 2 de hidrógeno y 1 de oxígeno, y la fuerza de cohesión que mantiene
unidas estas moléculas es la polaridad, es decir, que unas partículas de su
interior tienen polos negativos y otras polos positivos, de modo que se atraen
entre sí como imanes. El aceite, sin embargo, carece de átomos de oxígeno, y
está formado por grandes moléculas integradas por muchos átomos de carbono e hidrógeno.
Como estas no son sustancias polares, no poseen carga eléctrica que pueda
atraer a una molécula de agua. Así pues, que una gota de agua “moje” a una gota
de aceite es tan improbable como que un imán atraiga un trozo de papel.
Ángel García Navas
(Jefe de sala y experto en protocolo)
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